viernes, 19 de noviembre de 2010

A chinga

Nos ha conmovido El Universal con sus ocho columnas: “Universidades, un "coctel explosivo". Se refiere, hay que precisarlo, a las universidades públicas. No es el tratamiento de una noticia en sí. Más bien se trata de una consulta a Rectores de diversas universidades e investigadores sobre el tema, con un propósito deliberadamente polémico, discutir la universidad pública. Me recuerda aquella estrambótica declaración de un bronco panista fallecido en un accidente carretero, Manuel J. Clouthier, quien decía que las universidades públicas eran lúmpenes de degradación. Bueno, así suena este leñazo.

El contenido del artículo reporteril y de investigación no es más que una acumulación de parcialidades, sin hilo conductor manifiesto, que no se redondea con una propuesta. Es más, parece ser parte de la avalancha informativa sobre las incapacidades financieras del sector público, que se agrega al tema de las pensiones que ya ha rebotado en la prensa en los últimos días. Tema que, por cierto, roba a muchos la esperanza a una vejez con dignidad. Una mancha más al jaguar de las desgracias nacionales en tiempos del PAN.

Se deja de lado el impacto del modelo económico, que en su insistencia por disminuir lo público ha terminado por debilitar un mecanismo de movilidad social como la educación pública en general, que incluye a la educación superior que se sostiene con recursos fiscales.

Pero creo que las universidades tienen a su alcance un medio para superar estos tiempos difíciles y requieren un genuino ejercicio de autocrítica. No todo es lanzar goyas. Y lo sabe la antropóloga Linda Manzanilla, quien al ser reconocida por la UNAM al otorgarle el Doctorado Honoris Causa el 23 de septiembre pasado se pronunció: “Acusó que una tercera parte del personal académico de la Universidad no trabaja y que existen prácticas de hostigamiento, robo de investigaciones, difamación, falta de ética, boicot, espionaje y calumnias que demandó ante el principal claustro universitario sean erradicadas si se quiere que la UNAM siga siendo grande”.Denuncian prácticas nocivas en la UNAM

Algo que está al alcance de las autoridades universitarias es reparar esas anomalías. Verificar que algunos académicos no adquieran el don de la omnipresencia, así como dicen del Chapo Guzmán, que aparecen por aquí, por allá y acullá, acumulando tiempos completos en instituciones públicas o estar pendientes que los investigadores no se plagien el trabajo de los jóvenes que quieren destacarse en la investigación.

Si el Dr. José Narro Robles, así como otros rectores de universidades públicas, pasaran la escoba sobre las malas prácticas, muchos mexicanos tendrían fundada razón para la esperanza.

Salud y larga vida.

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