viernes, 19 de noviembre de 2010

La Revolución mexicana y un nuevo proyecto de Nación.

FILOSOFANDO CON UNGA.

Francisco Flores Aguirre y Francisco Flores Legarda



“La tierra se reparte con un rifle, no esperes, campesino polvoriento, después de tu sudor la luz completa y el cielo parcelado en tus rodillas”.

Pablo Neruda

Canto General

Dice Carlos Fuentes que sería tentador interpretar la Historia de México como una lucha de textos sagrados y realidades profanas. Esto porque los gobiernos han sustituido los hechos históricos, mutiló los sucesos importantes y eliminaron a personajes que no son del agrado de los grupos en el poder. Pero sobre todo, no se permite al pueblo conocer su historia. La que circula por las venas de nuestro país.

Después de la Revolución se formaron Tribus: La nacional de los Constitucionalistas: La burguesía y los comerciantes, que construyeron una nación como si fuera lo mismo un yaqui que un mago. La Revolución del sur que no supo ver que sus reclamos no eran de todos. La Revolución del norte, se quedo atrapada entre los latifundistas, quienes no fueron afectados en sus tierras de manera definitiva sino hasta los años setentas del siglo XX.

Dicen, y yo también digo, que el pueblo que no conoce su historia esta condenado a repetir sus errores, pero el contradicho afirma que no la conoces por lo menos puedes creer que tus gobernantes fueron muy originales al cometer sus pendejadas. Ahora con los fiestas oficiales, nos declararon optimistas, patriotas, católicos, apostólicos y romanos; y compartimos el entusiasmo oficial de los festejos del bicentenario y centenario.

Hoy celebramos 200 años de nuestra independencia y 100 años de la revolución mexicana y esto confirma que somos un gran país y un gran pueblo, pues cuando uno revisa todas las pendejadas que se han hecho a lo largo de nuestra historia, cualquiera hubiera pensado que no íbamos a durar como mexicanos ni 15 minutos, al menos no con los políticos que nos han tocado.

“La revolución mexicana fue una guerra de tribus, casi nómadas; y en un ambiente de revolución feudal, donde los patrones fueron los principales actores, espectadores y beneficiarios.”

En México existen dos civilizaciones, dos proyectos civilizatorios, dos modelos ideales de sociedad, dos hoy, dos futuros; mesoamericano y occidental.

Partiendo de esta hipótesis la historia reciente de México, la de los últimos 500 años es la historia del enfrentamiento entre quienes pretenden encauzar al país en el proyecto de la civilización occidental, y quienes resisten arraigados en formas de vida de estirpe mesoamericana.

Bonfil Batalla bajo el México profundo, resiste apelando a las estrategias más diversas según las circunstancias de dominación a que es sometido, no es un mundo pasivo, estático, si no que vive en tensión permanente.

Por esto los pueblos del México Profundo crean y recrean continuamente su cultura, la ajustan a las presiones cambiantes. Se refuerzan sus ámbitos propios y privados, hacen suyos elementos culturales ajenos para ponerlos a su servicio (cultura apropiada).Reiteran cíclicamente los actos colectivos que son una manera de expresar y renovar su identidad propia, callan o se rebelan, según una estrategia afinada por siglos de resistencia. La revolución Mexicana cayó a muchos pueblos que siguen exigiendo justicia.


Este proyecto llego con los invasores europeos, pero no se abandonó con la independencia: Los primeros grupos nuevos que tomaron el poder fueron los criollos y después los mestizos, los reproducidos, nunca han renunciado al proyecto occidental

La adopción de este modelo ha dado lugar y se creo ya dentro del conjunto de la sociedad mexicana, un país minoritario que se organiza según sus normas, aspiraciones y propósitos de la civilización occidental que no son compartidos (o lo son desde otra perspectiva).


Por el resto de la Población nacional, este sector que impulsa el proyecto dominante en nuestro país es el mundo imaginario, el que nunca ha sido tomado en cuenta en decisiones importantes. Nunca fueron llamados al pacto social. No solo se trata de los indígenas, sino de personas que no cuentan con empleo y mucho menos para comer una vez al día. Para ellos no hay Revolución.


Este proyecto occidental, y el secuestro de la Revolución, del México Imaginario ha sido excluyente y negador de la civilización mesoamericana.


Los grupos de ambos lados se han enfrentado permanentemente no entre elementos culturales, si no entre los grupos sociales que portan, usan y desarrollan esos elementos. El capital, corrupción, entre otros.

Una característica sustantiva de toda sociedad colonia es que el lupo invasor que pertenece a una cultura distinta de la de los puebles que ejerce su dominio, afirma ideológicamente su superioridad inminente en todos los órdenes por eso niega, y excluye la cultura del colonizado.

o podemos negar e ignorar la potencia real y nueva de la presencia de la civilización mesoamericana

No es posible estarse desgastando en el empeño de sustituir la realidad de la mayoría de la sociedad mexicana.

Es necesario formular un nuevo proyecto de nación que incorpore como capital activo todo lo que forma el patrimonio que los mexicanos hemos heredado, no sólo los recursos naturales sino el conocimiento, la tecnología, la herencia histórica estos millones de mexicanos, lo occidental apropiado (cultura) y todo el potencial cultural negado de México.

ecesitamos la Revolución. Pero no la de los partidos políticos, gobiernos, sino la que surgió con la Constitución de 1917. Secuestrada, torturada y casi muerta.



Total, una vida sin reflexión y sin Revolución no merece vivirse….y desde luego….Salud y larga vida.











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